
Chiquito y yo
Chiquito es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Así hubiera comenzado Juan Ramón Jimenez su magistral obra Platero y yo si, en vez de tener a su encantador burro, hubiese sido dueño de nuestro caballo Chiquito.
Chocolate estaba un poco solo en la granja. Tenemos dos perros, varias ovejas, gallinas, vacas, terneros, un montón de gatos un poco salvajes… pero caballo solo teníamos uno y, si bien es verdad que ha tenido amigos, e incluso una «novia», yo creo que echaba de menos un compañero de juegos permanente en la granja.
Hace unos días se anunció en el periódico la venta de un caballo con su carro y decidimos contactar con el vendedor e ir a conocerlo.
A mi Chiquito me encantó nada más verlo. No es de los que ganaría un concurso de belleza, pero tiene un algo distinto que le da personalidad. Es muy manso y, como su propio nombre indica, un animal pequeño ideal para ser montado por alguien que, como yo, no tiene mucha experiencia como jinete.
Creo que se va a llevar muy bien con Chocolate porque los dos son tranquilos y dóciles y que va a ser feliz en nuestra granja. Nosotros haremos lo posible para que así sea y, como sabemos que sus antiguos dueños también lo querían bien, estaremos encantados de que vengan a visitarlo cuando quieran.