La ovejita ciega
Por primera vez en la historia de la granja, en nuestro rebaño tenemos una ovejita ciega. Y es para nosotros un misterio saber como ha ocurrido porque, cuando nació, no tenía nigún problema.
La madre de la criatura era una oveja inusualmente longeva de la que ya os hablé aquí y que en su último parto tuvo gemelos. Era una madre atenta que, la edad no perdona, pasó a mejor vida hace unos días dejando huérfanos a sus dos hijitos. Esto, en principio no tenía que ser un problema para ellos ya que estaban lo suficientemente crecidos como para alimentarse por si mismos.
Sin embargo, el otro día observamos que una de nuestras ovejas se había quedado apartada del rebaño y eso es muy, muy raro. Fuimos a ver que ocurría y la encontramos enredada en unas zarzas, tan débil que no podía soltarse. Decidimos traerla a casa para que se alimentara bien y se recuperara antes de volver a llevarla a pastar al monte. Entonces nos dimos cuenta que estaba ciega.
No sabemos que le ha podido ocurrir. No parece que tenga ninguna herida o infección en los ojos, que se ven totalmente limpios. A lo mejor, ha sufrido una reacción al medicamento que les damos para protegerlas de parásitos o ha comido algo que le ha producido ceguera. Aunque ya va tomando las medidas al establo, todavía da mucha pena ver como se va chocando con las paredes cuando siente una presencia al lado de la que quiere huir.
Tenemos la esperanza de que se recupere y le vuelva poco a poco la visión. Mientras tanto la tenemos en casa al lado de las terneras bien alimentada y protegida de sus depredadores.
Y ya le he puesto nombre: la ovejita ciega se llama Marianela.
